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En defensa de la sangre

Publicado: 2011-03-30

"Has vencido y me entrego. Pero a partir de ahora tú también estás muerto... muerto para el mundo, para el cielo y para la esperanza. ¡En mí existías... y observa esta imagen, que es la tuya, porque al matarme te has asesinado tú mismo!"

"William Wilson" - Edgar Allan Poe

¿Qué esperamos de la fotografía de prensa? Es una pregunta sin respuesta, es un espacio personal, es un lugar de conflicto entre tu humanidad y el miedo a ser juzgado. Perspectivismo puro, la interpretación de la imagen visual admite opiniones singulares que conviven pluralmente. Quizá por ello, los absolutos que propone Vladimir Vyatkin en su artículo contra el reporterismo gráfico contemporáneo me causan tantas dudas.

El otrora fotoreportero de guerra (ganador también de un World Press Photo) hace un diagnóstico y prognosis de la enfermedad que supuestamente afecta al fotoperiodismo. Su negativo análisis tiene como origen el haber observado a los ganadores del Premio World Press Photo de este año, y es sobre éstos que reclama indignado la falta de experiencia y la sed de sangre/adrenalina/peligro de los reporteros contemporáneos, afectados por el stress de las guerras recientes y el salvajismo contra el que se han adormecido los más experimentados. Por ello, nos asegura, las fotografías han devenido en un continuum frío y sistemático que no tiene la capacidad de conmoverse.

Más allá de lo difícil que resulta creer que Vyatkin conoce los sentimientos de todos los ganadores y las circunstancias en las que tomaron sus fotografías, más allá del prejuicio que despide el artículo frente al aficionado no profesional, y más allá de la crítica que podría hacerse frente a las representaciones heroicas de la guerra, está la dudosa afirmación de que el sufrimiento humano se puede retratar humanitariamente.

La violencia implícita de la representación se incrementa en las situaciones de conflicto social, cuando la gente sufre, cuando oprimidos y opresores se integran. Intervenir en la vida de otro, hacerse de su imagen y recortarla en un pedazo de tiempo subordina al sujeto en la medida justa del control que tiene sobre su imagen. Este control nunca es absoluto (con excepción de los autoretratos) y por ello crea una relación sin igualdad. Quizá los motivos de la representación puedan ser humanitarios, pero ¿lo es la representación misma?

Sin ánimo a criticar a la persona, cabe también preguntarse qué tipo de imagen es la que Vyatkin prefiere. El trabajo por el que ganó el WPP nos muestra a un conjunto de comandos rusos compartiendo en camaradería en el campo de batalla. Hermosas fotografías que hablan de un grupo unido, de una vida marcial, del esfuerzo humano. Nada se dice de los miles de asesinatos contra la población civil Chechena, ni de las cuantiosas bajas del ejército ruso. Es una guerra pictórica (pero no al estilo de Goya), es una guerra gloriosa, casi un paseo.

Pero quizá lo más criticable de esta defensa de un fotoperiodismo humanista es el irresponsable ensalzamiento de la figura del fotógrafo de guerra como el hippie pro paz que viaja a las fauces del león y del infierno para perder la inocencia y recuperarla en una catársis visual.

Personalmente no entiendo la razón de criticar este conjunto de ganadores. Le regalo mi equipo fotográfico a quien me muestre un anuario del Word Press Photo en el que no haya un solo muerto o herido explícito.

Pero puedo también pensar del otro lado. Admitamos por un momento que las fotos pueden ser muy explícitas, sin sentido de la dignidad de las personas. ¿La solución es crear una imagen ensoñadora y bella de su sufrimiento? ¿La solución es la ganadora del 2004? ¿Adornamos la muerte con un encuadre exquisito (descripción favorita del esteta de museo) para distraernos del olor a podrido? ¿Es más humanista porque está compuesta con delicadeza? me parece hipócrita criticar la obscenidad de la muerte en beneficio de la pornografía del maquillaje.

Sin embargo si encuentro validez en ver la imagen de la muerte, de verla explícita, no critico al fotógrafo, no lo veo, no sé quien es, tengo que conocerlo para saber su historia y definirlo, pero lo que me trajo como imagen tiene sí un efecto humanista, yo prefiero que mis hijos mi familia y mis amigos vean las fotos de guerra para saber lo que pasa en una guerra. Algunos quizá se sientan indiferentes, otros serán afectados y otros, como casi siempre sucede con las representaciones maniqueas, se sentirán atraídos por el proceso de creación de éstas. Ver la imagen de la guerra y difundirla, ver el sufrimiento, ver nuestra propio espejo con nuestra mentiras, ver nuestras capacidades más sórdidas tiene un efecto que no quiero reemplazar por el de los cuadros de hermosas heroicas y épicas batallas. Prefiero ver la sangre que la pintura roja.

NOTA: Acerca de la crítica que se hace a la fotografía del año me gustaría hacer algunos apuntes a nivel personal. Un ser humano puede tener dignidad aun en el sufrimiento, no es explícito visualmente, no es restrictivo tampoco. Un ser humano puede tener dignidad por encima de las lesiones a las que se haya sometido su cuerpo, un ser humano puede tener dignidad en una imagen. Podríamos decir que la mujer goza de dignidad a pesar de sus heridas, y en efecto hay casos en los que eso es notable. ¿Qué es la dignidad si no la certeza que todos somos iguales? ¿la gente muere con más o menos dignidad? ¿la gente es herida con más o menos dignidad? ¿la imagen de tu rostro debería ser protegida para proteger tu dignidad? ¿por qué quitarles dignidad por sufrir, por ser heridos? Aquí hay tres persdpectivas en juego, como en toda imagen: La del fotógrafo y los difusores, la del representado y la de quienes ven. Creo que el camino de la dignidad es más complicado que simplemente prohibir ver el rostro de la persona que sufre. En lo que sí estoy de acuerdo con este ruso es en la necesidad de ser equitativos y de que si vamos a publicar el rostro completo de la mujer quemada con ácido entonces también debemos publicar el rostro completo de los norteamericanos que saltaron de las torres gemelas el 11 de setiembre. Si vamos a publicar el nombre de los soldados norteamericanas muertos en Irak también deberían publicar el rastro de sangre (y no el cuerpo) al lado del nombre del talibán que fue asesinado. Si vamos a respetar las normas de la representación occidental, debemos respetar las normas de la representación de otras culturas. Sea cual sea el camino éste debería ser igual para todos.


Escrito por

Ángel Colunge

Interesado en la fotografía, el cómic, el cine y diversos aspectos de la cultura visual.


Publicado en

A 300 000 Km por segundo

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